CAMINANTE NO HAY CAMINO…
- cpftherapist
- 8 jun 2021
- 2 Min. de lectura
La meta en la vida no es llegar, es el camino, es cómo vivimos. Algunos vivimos la vida sin un plan determinado, “como vaya viniendo iremos viendo”, decidimos sobre la marcha sin pensar mucho en las consecuencias de nuestros actos o nuestras decisiones.
Otros por el contrario, planeamos tanto que, en esa búsqueda de perfección y sin darnos cuenta, la vida se nos puede ir en planear y no hacer. Otros tantos estamos en el medio de ambos extremos. En cualquiera de los casos, hagamos lo que hagamos, desde el día que nacemos, nuestro tiempo empieza a contar, nuestro tiempo es finito.
La vida está llena de situaciones inesperadas, momentos que no nos imaginamos ni mucho menos planeamos. Está llena de obstáculos, también de sorpresas agradables. Por eso es vida, es movimiento, es cambios.
Tratamos de no cometer errores, sin embargo, es imposible vivir una vida sin hacerlos. Siempre va a existir la decisión que tomamos y quizá no fue la más feliz, el camino que equivocamos o que nos perdimos.
Lo importante no es evitar las piedras en el camino, sino la manera cómo enfrentamos los obstáculos, que hacemos con las cosas que nos salen como esperábamos.
Si podemos aprender de la experiencia y convertimos el “error” en un aprendizaje, entonces habremos obtenido algo bueno de una situación no tan buena. Sin embargo, si estamos ciegos a nosotros mismos, siempre responsabilizaremos de nuestras desgracias al otro o al destino, y de este modo, seguiremos tropezando con la misma piedra, seguiremos siendo presas de las mismas circunstancias que nos hacen infelices.
Y así, en un abrir y cerrar de ojos, se nos va la vida. Podemos haber vivido muchos años e irónicamente no haber vivido nada. Se nos puede ir la vida caminando en círculos. Repitiendo el mismo libreto una y otra vez. O podemos mirarnos hacia adentro, enfrentarnos a nosotros mismos con valentía y cambiar.
La meta en la vida es la manera cómo caminamos el camino. La posibilidad de conocernos, entendernos, aprender de nuestros errores, hacernos mejores personas y así, vivir vidas plenas, con significado, que nos den paz interior y alegría. Convertirnos en personas completas, en la mejor versión de nosotros mismos. Junto a ello, aceptarnos y querernos.
Si al final de la vida, cuando veamos para atrás, podemos sonreír, sentirnos satisfechos, la vida habrá sido valiosa. Podremos entonces aceptar la vejez y hasta nuestra finitud sin angustia y con paz.
Como dijo el poeta: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”.
Clara P Fleischer.




Comentarios