CORRIENDO LA ARRUGA

Cuántas decisiones importantes tememos tomar porque de sólo pensar en ellas se nos arruga el alma y se nos retuerce el estómago. Entonces decidimos mirar al otro lado esperando algo que nos va a salvar, algo que va a ocurrir y se va a resolver la situación sin que nosotros hagamos nada para cambiarla.

Lamentablemente, en el mundo real, ese tipo de soluciones mágicas no ocurren.

Cuando hablamos de una relación que sentimos que no funciona, parejas que emprenden caminos emocionales separados y que, a pesar de vivir bajo el mismo techo, compartir la mesa y el día a día, se sienten a miles de kilómetros de distancia uno del otro.

Enfrentarnos a estos sentimientos asusta. Y entonces hacemos como el avestruz, escondemos la cabeza dentro de la tierra esperando que desaparezca.

Es difícil y tememos tener que lidiar con sentirnos responsables de romper un matrimonio o una familia en algunos casos, o temer no tener seguridad económica en otros. El miedo a la soledad, y a tantas otras cosas, todas valederas, nos hacen tratar de no escuchar nuestra propia infelicidad, no prestarle atención al vacío que estamos sintiendo.

Mientras los niños son chicos es fácil distraernos. Nuestro tiempo está lleno de sus actividades, sus risas, su necesidad de nosotros. Es fácil correr la arruga. Sin embargo, a medida que el tiempo va pasando, la distancia en la pareja va creciendo y creciendo, y puede llegar a hacerse abismal.Junto a esto, los niños se hacen independientes, cada vez nos necesitan menos, nos encontramos con tiempo que no podemos negar, y nos volvemos a reencontrar con aquello que habíamos descuidado, con la intención que desapareciera si no le hacíamos caso.

Aparecen síntomas que hacen aun más daño. El amante, la vida paralela, la animosidad en contra de la pareja, nos volvemos amargos, etc.

Y es que no nos imaginamos que estos problemas pueden tener soluciones, sobre todo si son atendidos a tiempo. No todos los problemas son insalvables. Terapia a tiempo puede ayudar a recuperar una relación, si ambos lo desean y están dispuestos, es posible ayudar a la pareja a reencontrarse, a comunicarse mejor y tener una mejor relación.

Correr la arruga es en sí una decisión que, sin embargo, nunca va a ser una solución.

Clara P Fleischer.