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DE MATRIMONIOS Y RUTINAS

  • cpftherapist
  • 7 jun 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 7 jun 2021

La vida en pareja es, sin lugar a dudas, la mejor forma de vivir. Es una vida buena, completa y feliz. Recorrer el camino con un compañero y construir juntos una familia y un proyecto de vida, es uno de los factores más determinantes de felicidad y de salud. Sin embargo, no por ello significa que sea algo fácil, ni algo que se sella el día que dos personas deciden unir su destino y casarse, o vivir juntos. La relación de pareja, para funcionar, necesita cuido, necesita de que cada uno se sienta apreciado, escuchado, querido, respetado. Y eso es un montón de trabajo.

Una relación es como una planta. Si queremos que esté bonita, floreciente y saludable, hay que regarla contínuamente, hay que abonarla, darle cariño, asegurarnos de que tenga la luz y los nutrientes que necesita.

No es lo mismo una casa que un hogar. El segundo desborda calidez, bienvenida, detalles, cuido para cada quien. Una comida caliente y recién cocinada, flores frescas en el florero, una casa ordenada y limpia, ropa planchada, una sonrisa que recibe a quienes llegan, un oído que escucha.

En el día a día de hoy, en el que el ritmo de vida es demandante y agitado, en el que ambos miembros de la pareja necesitan trabajar por igual, y los roles en la pareja y en la familia están mucho menos definidos, es difícil dedicar tiempo y cuidado a la relación. Sobresaturados por las demandas del trabajo, el dinero que no alcanza, los multiroles, muchas parejas terminan siendo compañeros de cuarto. Muy cerca físicamente, (compartiendo una cama) a la vez que muy lejos emocionalmente. Los une la rutina, los hijos, la casa en común, los gastos del mes. Estos han reemplazado el proyecto en común que un día dibujaron ilusionados.

El encuentro al caer la noche y volver a casa, es un encuentro formal pero sin más contenido o sustancia. Cansados de las demandas del día, casi ni cruzan palabra. Imbuidos en la televisión o en el IPad, la comunicación brilla por su ausencia. El cansancio no permite ni darse cuenta de las alarmas que se están activando.

De seguir en lo mismo, llega un día en que la distancia emocional, el aburrimiento, la desilusión, la sensación de vacío hacen mella. Sin darse cuenta, aquellos dos que un día se llenaron de ilusiones y sueños compartidos por un proyecto de vida que querían construir, se han convertido en dos extraños. La distancia se vuelve insalvable.

Hoy en día tenemos que hacer un esfuerzo mayor para poder nutrir nuestra relación de pareja, a pesar de que las circunstancias parezcan conspirar en contra de ello. Hay cosas que no cambian: todos los estudios demuestran que las personas que viven en pareja son más felices y se enferman menos que aquellos que viven solos. A pesar del acto de malabarismo en el que se ha convertido nuestra vida, la relación saludable, sigue necesitando de ser nutrida y cuidada para florecer.

Si estamos conscientes de ello y ambos buscamos tiempo para la pareja, si a pesar del cansancio podemos tener detalles y escucha para el otro, si tenemos presente el respeto, la consideración por nuestra pareja, podremos evitar que la relación caiga en el peligroso hueco de la rutina, donde todo camina automáticamente, y a la vez, va creando distanciamientos insalvables, rupturas indetenibles.




Clara P Fleischer


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