DONDE ESTA MI NIÑO? (DE NIÑO A PUBER)
- cpftherapist
- 7 jun 2021
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Casi sin darnos cuenta, un día empezamos a sentir que desconocemos a nuestro hijo(a). Es como si nos lo hubieran cambiado. Todo le da flojera y nada lo entusiasma. Prefiere estar tirado en su cama que hablando o haciendo algo con nosotros. Nos sentimos rechazados por él (ella). Nos asalta la preocupación de si andará con malas compañías o si le estará pasando algo malo. Y es que él (ella) no es así.
Pareciera que fue ayer cuando teníamos que entrar tres veces a su cuarto a darle besos de buenas noches para que se durmiera y aún así agarraba nuestra mano para demorar nuestra partida de su cuarto. Hoy nuestra presencia pareciera que lo incomoda, las reuniones familiares se han vuelto un fastidio para él (ella) y se ha vuelto una campaña campal hacerlo participar.
Como si estos cambios fueran pocos, su tersa piel se ha llenado de espinillas, su cabello parece estar siempre grasoso y sucio, su caminar se ha vuelto desgarbado y torpe. Parece que se vive tropezando con sus propios pies. No puede sentarse tranquilo, es como si en ninguna posición se encontrara cómodo. Sus dedos no se quedan quietos y anda derramando el vaso de agua a cada roto. Se ve en el espejo y no le gusta lo que ve.
Nuestro hijo se ha vuelto un púber. Los cambios biológicos y la maduración de los caracteres sexuales secundarios anuncian la llegada de la pubertad, antesala de la adolescencia. Estos cambios no son solamente biológicos. La puesta en marcha de las hormonas -hasta ahora dormidas-, aunado a la pérdida del cuerpo infantil, a nuevos sentimientos y cambios de humor que ni ellos mismos comprenden, traen cambios psicológicos que, a su vez, acarrean cambios sociales.
Si nosotros sentimos extrañeza, no es menos lo que él (ella) siente. No entiende lo que le está pasando, se desconoce en su propio cuerpo. No entiende sus reacciones ni tampoco el por qué de sus conductas.
Es por ello que nuestra presencia como padres es muy importante. Necesitamos sobreponernos a nuestro propio desconcierto y alegrarnos porque estas son señales contundentes de que nuestro hijo está creciendo. Qué importante es poder acompañarlo de manera positiva durante su crecimiento, transmitiéndole así que lo que está sucediendo es bueno. Qué importante es poder tener una buena comunicación y por ejemplo, celebrar con nuestra hija su primera menstruación ya que ello indica la posibilidad de que el día de mañana ella también podrá ser madre, o poder conversar con nuestro hijo sobre las poluciones nocturnas.
Así como los límites tienen que modificarse en la medida en que nuestros hijos nos demuestran que están lo suficientemente maduros como para tener sentido común y buen criterio, y están pudiendo asumir la responsabilidad sobre sus conductas, del mismo modo, tenemos que entender que la apariencia de grandes (quizás para este momento son hasta más altos que nosotros), no los hace ser grandes.
En ésta etapa de sus vidas, nuestro hijo necesita de que seamos nosotros los que marquemos los límites, que insistamos en que venga con el resto de la familia a las reuniones familiares, que siga haciendo las cosas que para nosotros como familia son tradiciones, ya que si lo dejamos aislarse del grupo familiar, puede llegar a sentir que lo estamos abandonando. No debiéramos dejar en un joven de once años la decisión de si va o no va al doctor o al psicólogo si lo necesitara.
Como padres tenemos que poder equilibrar la necesidad de privacidad con el ayudarlo a seguir compartiendo con la familia. Saber qué decisiones podemos dejárselas a ellos y cuáles nos siguen perteneciendo a nosotros. Seguir siendo sus padres, no convertirnos en sus amigos. Podemos tener la mejor de las relaciones con ellos, pero entender que eso no nos hace ser sus amigos. De nosotros necesita sentir que somos sus padres.
Así como el bebé se convirtió en un niño, ahora el niño ha entrado en la pubertad y va camino a convertirse en un adolescente.
La adolescencia es una época llena de tormentas y sacudones, pero de allí emerge el adulto con las herramientas que le permitirán hacerle frente a la vida y lo que ésta nos presente.

Clara P Fleischer




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