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LA IMAGEN EN EL ESPEJO

  • cpftherapist
  • 7 jun 2021
  • 2 Min. de lectura

Mario justifica su modo de ser y sus “defectos de carácter” (aquellas cosas de las que su esposa y sus amigos se quejan de él), diciendo de que él es un hijo de la guerra. Justifica sus mañas achacándoselas a las penurias que tuvo que sufrir durante la guerra. El está eximido de toda responsabilidad sobre su propia conducta. Y es que oyéndolo pareciera que él mismo no tiene ninguna injerencia sobre su propia historia.

Existen muchos Marios, algunos buscan explicar todo desde lo heredado, otros responsabilizan al ambiente, pero en ambos casos, lo que no se toma en cuenta es que las personas somos dueñas de nosotros mismos y por ende, responsables de nuestro destino. Estas explicaciones extremas y mutuamente excluyentes, recuerdan a las historias del Olimpo, en las que dioses caprichosos determinaban el destino de los humanos, jugando con ellos como si de marionetas se tratara.

Sin lugar a dudas que la genética y las experiencias que vivimos dejan su impronta en nostros, así como lo hace el cuido que de pequeños recibimos, y la capacidad de nuestros padres de poder contenernos, escucharnos y cuidarnos. Sin embargo, somos mucho más que la suma de las partes, y ello es lo que nos otorga la individualidad, la unicidad, así como nuestra complejidad. Es común que, frente a una misma experiencia, dos hermanos reaccionen de manera totalmente diferente. Lo que implica que hay algo en nostros que además de todas las influencias, nos pertenece. Si no asumimos la responsabilidad sobre nuestra propia existencia, no hay nada que podamos hacer para cambiar la dirección de nuestro destino. Aquello que nos hace “inocentes” de nuestros propios problemas, nos encadena a ellos perpetuamente.

Crecer emocionalmente implica asumirnos con nuestros errores y nuestras virtudes. Crecer emocionalmente es asumir nuestra parte de responsabilidad ante lo que nos sucede. Enfrentar el dolor de ver y conocer nuestras partes oscuras, que nos avergüenzan, que no nos dejan tan bien parados frente a nosotros mismos y afean nuestra imagen. Es la única manera de poder cambiar, superarnos y reparar, y así dejar de repetir el pasado ad infinitum, y tener la opción de un presente diferente y un futuro esperanzador.

Vivimos en una sociedad que busca “culpables” para todo lo que nos hace infelices. Lo “malo” es proyectado hacia el exterior, y luego nos persigue desde afuera, habiéndose vuelto extraño a nosotros mismos. Y dejándonos impotentes para mejorarlo. Cuando dejan de pertenecernos aspectos o cualidades de nosotros mismos, ya no podemos repararlo, así, perdemos en todos los sentidos.

A menudo sucede que las cosas que más nos molestan en los demás, suelen ser aspectos de nosotros mismos que renegamos.

Mirarnos en el espejo y enfrentarnos a nosotros mismos, nos trae paz espiritual, nos ayuda a superarnos como seres humanos, y poner nuestro granito de arena para tener un mundo mejor.



Clara P Fleischer.

 
 
 

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