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LA MUJER Y LA LIBERACION

  • cpftherapist
  • 7 jun 2021
  • 3 Min. de lectura

Mucha agua ha corrido desde aquella época en que la mujer no podía votar, o aprender a leer, o educarse y mucho menos, ir a la universidad.

Atrás quedaron los tiempos en los que el destino de la mujer estaba determinado por su género. La mujer ha tenido que luchar mucho, y ha ganado mucho, pero aún está recorriendo el camino, pues aún faltan cosas que lograr tales como, los mismos sueldos frente a los mismos trabajos.

Sin embargo, en ese hacer la mujer también ha perdido y se ha confundido. Si antaño la mujer no podía ni soñar con desarrollarse profesionalmente, hoy pareciera que la balanza se ha volteado hacia el otro extremo. La mujer se siente culpable con sólo soñar querer quedarse con su bebé un tiempo más. El único valor aceptado parece ser el monetario. Hoy existe una presión que empuja a la mujer a salir del hogar y a tratar de ser IGUAL al hombre. Ciega a sus anhelos, pierde su derecho de elegir, pierde su libertad a seguir lo que su conciencia, su preferencia y su corazón le gritan.

Hoy en día, llevar al bebé a un maternal se HA VUELTO OBLIGATORIO. La presión social que antes empujaba en una dirección, ahora empuja en la dirección opuesta. Nos olvidamos que los centros de cuidado de bebés nacieron como respuesta a la necesidad de muchos hogares de contar con dos ingresos económicos para mantener el sostén familiar. Pero si ese no es el caso, y no hay esa necesidad, la joven madre también se siente presionada a meter a su bebé al preescolar, pues “todo el mundo lo está haciendo, así que eso debe de ser lo correcto”.

Así, las madres jóvenes se convencen de que “el niño se aburre en casa”, que el niño “va a estar retrasado en comparación al resto cuando empiece más tarde”. Cuando hablamos de más tarde, hablamos de 2 ½ años de edad. Se está produciendo un ataque directo al vínculo madre/hijo, que intenta separarlos demasiado prematuramente, violentar un proceso que se da naturalmente por sí mismo, confundiendo intelectualización con madurez psicosocial. Castigando a la madre al coartarle su derecho a criar a su hijo. Cuando cerramos nuestra escucha a nuestra voz interior, creemos que hemos ganado en derechos, cuando seguimos siendo determinados por la presión social que en nuestros días tiene otras pautas distintas que en el pasado, pero seguimos no siendo nosotros quienes decidimos.

Otras personas no están dispuestas a enlentecer la velocidad del desarrollo de su carrera profesional por haber tenido un hijo. Como si la maternidad fuera un “soplar y hacer botellas”; a los nueve meses se lo da a luz, y luego se suplanta el vínculo formador materno/filial con un llenarlo de actividades. Esto sigue siendo presión social, que ahora coloca en un lugar deshonroso el ser solamente una mamá o un ama de casa.

Con esto no estamos diciendo que la mujer no pueda desarrollarse profesionalmente y ser súper exitosa. A lo que me refiero es que es una cuestión de tiempos adecuados, de un equilibrio que va cambiando. El niño no va a ser un bebé para el resto de su vida.

Las familias pierden al no poder reconocer el rol tan importante de la mujer y la madre como eje fundante de convertir una casa en un hogar, un grupo de personas que viven juntas en una familia. Al perder la familia, pierde la sociedad, perdemos todos.

Las mujeres y los hombres no somos iguales, somos complementarios. Ninguno es más importante ni está sobre el otro. Ambos somos necesarios y tenemos los mismos derechos. Derecho a escoger lo que queremos hacer con nuestra vida, y ha decidir cómo queremos vivirla. Derecho a decidir por nosotros mismos y no permitir que otros lo hagan por nosotros. En la lucha por la liberación, tengamos claro todos nuestros derechos y no nos confundamos tratando de ser iguales.



Clara P Fleischer.

 
 
 

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