top of page
Buscar

LOS HIJOS DEL DIVORCIO

  • cpftherapist
  • 7 jun 2021
  • 2 Min. de lectura

Asistimos a nuestro casamiento llenos de amor e ilusiones. Deseando que el paso que vamos a dar sea para toda la vida.

La novia se ve radiante y hermosa. Mucho de su hermosura tiene que ver con la felicidad que irradia. Tantos sueños y posibilidades se abren en la mente y en el alma de ambos.

Lamentablemente no siempre la historia tiene un final feliz. A veces las cosas no funcionan y, a pesar de los esfuerzos, la relación se convierte en una pelea constante y la vida en pareja se vuelve un infierno.

A veces, la relación se ha dañado tan irreparablemente, que la pareja ve en la separación la única manera de parar el daño que se están haciendo.

El dolor, los sueños rotos y la frustración, la humillación y la falta de entendimiento, nos pueden llevar a hacer partícipes a nuestros hijos de nuestro sufrimiento. A pesar de quererlos más que a nosotros mismos, estamos tan metidos en nuestro dolor y en nuestra amargura, que, sin darnos cuenta, los arrastramos a nuestro campo de pelea, obligándolos a tomar partido.

A veces en momentos así, es difícil separar la relación que tenemos con nuestra pareja y los sentimientos que de ella derivan, de la relación que nuestros hijos tienen con su padre o su madre. Los hacemos cómplices de nuestro dolor; los necesitamos a nuestro lado (lo que significa ponerse en contra de la otra persona).

A veces, sin ni siquiera decirlo con palabras, los ponemos a escoger y no estamos conscientes de ello.

Todos sabemos que luego de tomar la decisión de separarse, la pareja necesita hablar con los hijos y explicarles que los que separan son los padres. Que los padres no se divorcian de los hijos. Esto se convierte en palabras que se las lleva el viento si nuestras acciones no respaldan nuestro verbo.

El niño pequeño, por ser egocéntrico por naturaleza, tiende a pensar que es culpable de la separación. Una batalla campal luego del divorcio y sentir la demanda de sus padres de tener que tomar partido y no poder tener a ambos, le confirma su fantasía.

El adolescente que está en su propio proceso de separarse de los padres (emocionalmente) para poder crecer, se ve complicado cuando tiene que lidiar con padres peleándose por él o por ella.

Un divorcio es siempre muy doloroso para todos. En un divorcio nadie gana, todos pierden. Como adultos que somos, a pesar de estar pasando por momentos muy tristes y difíciles, necesitamos poder separar nuestros conflictos de pareja y no intentar que nuestros hijos hagan causa común con nosotros.

Preservar la relación que nuestros hijos tienen con su papá (mamá) aunque ya no sea más nuestro cónyuge, es pensar en ellos y hacer todo menos complicado.



Clara P Fleischer.



ree

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo
LOS EXTREMOS SE TOCAN

Somos las primeras generaciones de padres decididos a no repetir con los hijos los errores de nuestros progenitores. Y en el esfuerzo de...

 
 
 
DISFRUTA DE TUS HIJOS

Sentada en la playa, la imagen de una madre joven y su pequeño hijo me hicieron sonreír. Ella estaba recostada en una tumbona leyendo un...

 
 
 

Comentarios


Post: Blog2_Post
bottom of page