PALABRAS QUE HIEREN, PALABRAS QUE SANAN
- cpftherapist
- 7 jun 2021
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La palabra tiene un efecto mágico y poderoso. Puede hacernos sentir seguros, protegidos, exitosos y queridos, a la manera de un abrazo cariñoso; así como puede golpearnos como el más fiero latigazo sobre la piel desnuda del alma.
Los padres somos tan importantes para nuestros hijos, que nuestras palabras se quedan grabadas en su corazón para siempre y los acompañan ya sea de una manera cariñosa y protectora, o de una manera amenazante, descalificadora y acusadora.
Si tenemos hijos adolescentes en plena época de rebeldía, mis palabras pueden ser recibidas con incredulidad. Si tantas veces parece que no nos escuchan y tenemos que repetirnos y gritar hasta el cansancio…
La verdad es que nuestros hijos siempre nos escuchan, aunque a veces parezca que no es así. Están pendientes de lo que pensamos de ellos. Somos las personas más importantes en su vida, aunque a veces no lo parezca.
A veces estamos molestos con nuestros hijos, nos sentimos dolidos o frustrados con su conducta, otras veces estamos pasando por un mal momento y nos sentimos más vulnerables, nos irritamos con más facilidad. Es en estos momentos cuando más debemos cuidar la forma en cómo decimos las cosas.
Frases como: “eres un inútil”, “eres un vago”, “me decepcionas”, quedan grabadas en su alma y van modelando lo que nuestro hijo piensa de sí mismo, llenándolo de dolor y de resentimiento; sentimientos estos que van dibujando en su interior una imagen acorde a lo que nos escuchan decir de ellos. Nuestras palabras son tan poderosas que nuestros hijos las pueden convertir una profesía auto cumplida.
Mostremos nuestro descontento, nuestra molestia, o nuestra frustración para con sus acciones, su conducta o sus actitudes, pero no contra su persona.
Si queremos ayudar a nuestro hijo a perseverar, a poder lidiar con frustraciones, a esforzarse para alcanzar una meta, seamos generosos con palabras de aliento, reforcemos sus esfuerzos, sintonicemos nuestras palabras con su sentimiento.
Cuando logramos poner en palabras lo que nuestro hijo siente, nos acercamos a él. Nuestra cercanía emocional le da las fuerzas para para confiar en sí mismo, para levantarse si se ha caído. Le da seguridad.
Nuestros hijos se reflejan en nuestra mirada, en nuestra palabra, para encontrar su lugar en el mundo y definirse a sí mismos.
Una relación basada en el cariño, en el respeto, en la coherencia y en la firmeza, contribuirá a formar en nuestros hijos personas seguras, con fortaleza de espíritu y ansias de superación. Con capacidad para vivir plenamente sus vidas.
Clara P Fleischer




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