PROTEGIENDO A NUESTROS HIJOS DE RELACIONES ENFERMAS
- cpftherapist
- 7 jun 2021
- 3 Min. de lectura
Estos días escuchamos en múltiples escenarios sobre violencia doméstica. Finalmente nuestra sociedad ha reconocido y está luchando contra este flagelo. Indiscutiblemente esto es algo muy positivo. A pesar de que sabemos de que cualquier persona puede ser víctima de violencia doméstica, no estamos muy conscientes del rol que, como padres, jugamos en la prevención de éste tipo de relación enferma.
En mi experiencia en el trabajo con personas abusadas, he podido constatar una y otra vez que, efectivamente, cualquiera puede ser víctima de éste mal, sin embargo, dependiendo de quién sea la víctima, la persona podrá quedarse atrapada o salir de esta relación y buscar una salida a la salud para ella y sus hijos.
En mi experiencia clínica, hay un tipo de persona que es especialmente vulnerable a estas relaciones en las que priva, -como una de sus caracteríticas más resaltates-, los roles fijos que juega la pareja: la víctima siempre está abajo, victimizada y maltratada, el abusador siempre tiene el control y el poder sobre la víctima. Más allá de si la violencia es física, sexual, emocional o psicológica, el elemento clave es el poder y control sobre el otro. Como si ésta fuera una marioneta que aquel mueve a su antojo.
Las personas que tienen una necesidad exagerada de alguien que decida sobre ellas y sus cosas, que necesitan constante reaseguramiento del otro, y que pasivamente permiten y hasta favorecen que sea el otro el que tome la iniciativa y la responsabilidad sobre sus cosas y su vida, tienden a crear relaciones donde el otro tiene el control sobre sus vidas y decisiones. De allí que encontramos en muchas víctimas ese elemento que complica aún más el escenario. Ambos encajan como 2 piezas del mismo rompecabezas: el dependiente y el controlador.
Muchas personas dependientes se sienten “seguras” de que sea el otro el que tome las decisiones, asuma los problemas, les dicte cómo vestirse, cómo maquillarse, quien puede ser su amigo y quien no, etc. Confunden esto con amor y protección. Más pronto que más tarde, lo que era vivido como protector, toma la apariencia de una cárcel asfixiante, atrapadora, negadora de la otroriedad, tiene cualidades destructivas. A esto se le une el maltrato en todas sus formas. Muchas veces, los hijos son enseñados a tratar a la víctima de la misma manera que el abusador o a arriesgarse a correr su misma suerte.
Los padres podemos hacer mucho por ayudar a nuestros hijos a crecer seguros de sí mismos, con pensamiento y criterio propio, motivados y dispuestos a aprender de la experiencia, con resiliencia, independientes. Para ello es requisito fundamental una autoestima saludable.
Ayudamos a nuestro hijo pequeño a ser independiente cuando le enseñamos a comer por sí mismo, a bañarse y vestirse por sí mismo, a atarse los zapatos apenas está en condiciones de hacerlo. A dejar el tetero y los pañales.
Ayudamos a nuestro hijo a ser independiente cuando lo dejamos tomar pequeñas decisiones desde que lo puede hacer: tal como que ropa ponerse, cuando lo dejamos asumir sus responsabilidades y las consecuencias sobre estas (tareas), a asumir las consecuencias de sus actos y no le decimos todo el tiempo qué debe hacer.
La sobreprotección crea niños inseguros e insatisfechos. Los excesos le dan al niño una falsa idea de lo que es el mundo y cómo funciona, no le permite luchar por conseguir lo que anhela y sentirse satisfecho y orgulloso de sí mismo.
Una autoestima sana se construye aceptando al hijo que tenemos, reconociendo sus cualidades y ayudándolo a superar sus debilidades, sin por ello ridiculizarlo ni hacerlo sentir mal.
Se construye ayudándolo a creer en sí mismo al dejarlo hacerse cargo de sus responsabilidades y a ayudándolo a asumir las consecuencias de sus actos. Apoyándolo para que logre sus sueños, no soñndo por él, no caminando su camino, pero sí acompañándolo en su ruta. Ayudándolo a aceptar pequeñas frustraciones como estímulos a superar. Dándole mucho cariño.
Formar niños (as) seguros de sí mismos, con confianza en sus habilidades, con criterio propio, es la mejor vacuna en contra de relaciones abusivas y enfermas.
Clara P Fleischer.




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